miércoles, 24 de septiembre de 2014

Diferencias entre literatura y publicidad

La publicidad utiliza diferentes canales para llegar al cliente (imagen, sonido, palabras escritas...). De esta manera podemos relacionarlo con otras actividades propias de los humanos como el arte. La publicidad evoluciona gracias a las nuevas tecnologías y los nuevos medios de comunicación. Los anuncios han evolucionado a lo largo de los años: ahora podemos encontrarnos nuevos formatos más modernos en internet pero, antiguamente, eran más frecuentes los textos en los periódicos o los anuncios radiofónicos.

  La literatura también ha evolucionado con los años. Antiguamente se transmitía de forma oral, el emisor hablaba y cantaba y el receptor escuchaba. Esto se debía en parte a que la población era analfabeta, por lo que era más fácil llegar a más público mediante el poder de la palabra. Hoy en día la literatura se entiende más bien como algo escrito y, al igual que la publicidad, ha evolucionado con las nuevas tecnologías. Cada vez son más utilizados los soportes digitales debido a sus ventajas frente al formato físico: son más baratos, se transmiten fácilmente y ayudan al medio ambiente.


   Una de las diferencias más llamativas entre la literatura y la publicidad es el emisor. El emisor en la literatura es un elemento fundamental; al analizar una obra, tanto el creador como el propio texto cobran una gran importancia, es decir, se tiene en cuenta el contexto vital en el que el autor se encontraba al crear la obra. Sin embargo, en los textos publicitarios, el autor queda relegado a una figura que se asemeja a la del escritor fantasma en la literatura. En este caso, que el autor no sea conocido por el público no es relevante a la hora de transmitir el mensaje, lo que es realmente importante es el producto que se promociona. Por otro lado, en la literatura existen textos con autor desconocido. Un ejemplo es la famosa obra de El Lazarillo de Tormes. En este caso el autor es desconocido pero es debido a que el autor decidió ser anónimo por la crítica que hace de la iglesia católica y el carácter aparentemente biográfico de la obra.

   Otra diferencia es que, en la publicidad se trabaja por encargo, es decir, la publicidad no se realiza de forma gratuita a las marcas y, en la literatura, el escritor trabaja creando para sí mismo, sin encargos y no da rienda suelta a su creatividad, sino que debe cumplir una serie de normas y requisitos. Además, la función de la publicidad es apelativa. Informa y, sobre todo, convence, cosa que hace de una forma indirecta para no generar rechazo por parte de los consumidores. Por otro lado, en la literatura predomina la función expresiva, que depende de la visión que el escritor tenga del mundo.


   Por último, en cuanto a publicidad, lo primero en lo que se piensa es en la comercial, la que nos llega desde la época de la Revolución Industrial, pero no solo existe este tipo. La publicidad está muy presente también en la religión, siempre intentando aumentar el número de adeptos o fieles mediante su propaganda particular, lo cual es una prueba irrefutable de su vinculación con la literatura.